jueves, 25 de noviembre de 2010

Corea del Norte, un imperio condenado a la miseria


Hambruna y miseria es lo que deja de herencia un régimen totalitario de 60 años en Corea del Norte. En los últimos años han muerto de hambre y de enfermedades asociadas más de dos millones de personas, la mayoría de estas víctimas son niños que no sirven para el adoctrinamiento político y patriótico. En numerosos casos  ya nacen con la desgracia de la desnutrición a las espaldas, la insuficiencia alimenticia que padecen sus madres hacen de la leche materna un privilegio de ricos. Cuerpos escuálidos, decoloración del cabello por falta de proteínas y piernas arqueadas nos muestran el rostro más amargo de una generación condenada a la muerte, si la dictadura y el aislamiento internacional sigue en pie.
Si embargo,  vemos como el país no repara en hacer elogios a su armamento nuclear y militar y conserva en su territorio numerosos campos de concentración, entre ellos 4 de muerte, 9 para mujeres en diferentes condiciones; 17 para trabajos forzados y 13 lugares destinados a la tortura, todo un paraíso terrenal para su líder Kim Jong Il y el  gran imperio comunista que ha creado a semejanza de su ecuánime Stalin. La ultima muestra de poder y fortaleza de la que ha presumido el gobierno de Pyongyang ante la comunidad internacional es el lanzamiento, el pasado 23, de uno de los ataques más violentos contra su vecina Seúl desde que finalizara la Guerra de Corea  (1950-1953) y se firmara el armisticio,  acuerdo que nunca se convirtió en tratado de paz,  pues el país ha seguido convirtiendo las tensiones en pretextos de ataque. Tal es el esfuerzo por conseguir la imagen de un imperio feliz y fuerte que “los ciegos, las personas con síndrome de down y los que viven en sillas de ruedas son expulsados a pueblos vetados a cualquier observador” según explica Andrei Lankov, profesor en la Universidad Kookmin de Seúl y uno de los mayores expertos del régimen norcoreano. Mientras la élite gobernante, encabezada por las familias de la cúpula militar y su líder, Kim, acaricia el sueño de una bomba atómica, la población grita en silencio libertades y sustento.
Desde que en la década de los 90 las inundaciones asolaran Corea del Norte,  la producción agrícola se ha visto gravemente mermada, y el país ha necesitado la ayuda externa para dar de comer a su población. Las sanciones internacionales al gobierno de Pyongyang por sus amenazas y programas  nucleares han provocado la disminución de los envíos internacionales de alimentos, por lo que se estima que el año que viene la mayoría de los 24 millones de habitantes que habitan el país, sufran grandes carencias, según ha asegurado la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO).  
Ya tenemos bastante con los que huyen del sistema capitalista anclado sobe una base repugnante de egoísmo, donde sólo los más fuertes y ricos sobreviven , para que siga  existiendo un régimen militar de tal calibre. A pesar de la repugnancia que asoma esta forma de gobernar, cada año la plaza mayor que conmemora el aniversario de la fundación del partido de los trabajadores en Corea del Norte se viste de gala para recordar, como en la última ocasión proclamó una voz por megafonía, que “el pueblo coreano es invencible” y que el espectáculo de fuegos artificiales  “es una prueba de que la voluntad de Kim Jong-il es hacer feliz a su pueblo”.

http://www.elpais.com/articulo/internacional/hambruna/vuelve/amenazar/Corea/Norte/elpepuint/20101117elpepuint_8/Tes

jueves, 18 de noviembre de 2010

La incansable lucha del pueblo saharaui

Hay pueblos inmersos en la miseria y cuya voz no alcanza mas allá de sus fronteras,  pueblos que no albergan la mínima confianza en su capacidad de lucha y cuyo aliento ha quedado sumiso a las directrices de los gigantes capitalistas, sufren pero lo hacen en silencio. No parecía este el caso del incansable Frente Polisario, que tras años de intentos fallidos, continuas guerras y esfuerzos, supieron mantener el fervor de la libertad en todos sus compatriotas, hasta que Marruecos quiso arrebatarles lo único que nunca se pierde, la esperanza.
España comenzó a tejer el triste desenlace del Sáhara occidental en los vergonzosos acuerdos de Madrid. Tras reconocer la fuerza que había adquirido el Frente Polisario como movimiento político y de liberación nacional, el gobierno prometió transferir la soberanía al territorio y desvincular su ocupación colonial. Sin embargo, debido a las presiones marroquíes y la lucha por el poder en España, cedió la soberanía de su antigua colonia a Marruecos y Mauritania. Aquí es donde comienza una larga ristra de promesas incumplidas que paradójicamente hicieron  más recios los pilares que sustentan la voluntad de un pueblo saharaui, manipulado pero con alma propia. Al mismo tiempo que el Polisario se vio abocado a una guerra contra Marruecos y Mauritania, supo ordenar el territorio que le correspondía por decisión de su pueblo, organizó la vida en los campamentos de los refugiados y logró dominar las tres cuartas partes de las arenas saharauis, además de las costas y sus recursos pesqueros. Marruecos quiso impedir que los avances saharauis en territorios ocupados fueran más lejos y construyó uno muro limítrofe de arena, de 2700 kilómetros, con un completo sistema de defensa electrónica, artillería automática y minas, construcción para la que contó con la ayuda de EEUU y Francia.
Hay personas que tienen la capacidad de crecer ante las adversidades, en el caso de pueblos enteros suele aflorar la inseguridad y el miedo a lo desconocido, pero la esperanza del pueblo saharaui nunca cesó y la continua lucha por una causa más que justa favoreció el respaldo de países vecinos como Argelia, Libia, Siria y Yemen, que reconocieron la República Árabe Saharaui  Democrática (RASD) como forma de gobierno. Por su parte La ONU condenó la ocupación marroquí  y reclamó el derecho a la autodeterminación del Sáhara Occidental. El supuesto fin de la guerra llegó con los acuerdos de 1991, basados en la promesa de la celebración del referéndum de autodeterminación, una  promesa que nuevamente fue incumplida por la pertinaz oposición de Marruecos a aceptar el resultado, pese al compromiso adquirido por Hassan II ante la ONU.
Hasta hace una semana El Frente Polisario continuaba amalgamando la voluntad de los saharauis a alcanzar un estado independiente y libre, había reunido a las diferentes tribus que conforman la población  en una empresa común, había  dado a la mujer un papel envidiable en el mundo árabe, había garantizado la educación y sanidad a niños y adultos... en suma, había permitido el desarrollo de valores democráticos para su pueblo sin renunciar a los valores culturales del mundo árabe al que pertenecen, hasta que el pasado día 8 el gobierno de Rabat desmanteló por la fuerza el campamento de protesta pacífica en el Aaiún obligando a todos los saharauis a abandonar una lucha que les ha llevado años mantener y haciéndoles comprender que la esperanza, en este caso, es lo primero que se debe perder.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sentencia de lapidación


De rodillas, con medio cuerpo enterrado o dentro de un saco, con las manos atadas y con el rostro tapado. Así es como se encuentran las mujeres condenadas a lapidación antes de la hora de su muerte, hasta que lentamente su cuerpo sanguinolento desvanece en el suelo   y  las “manos inocentes” que la juzgan  han arrojado la última piedra. 
 Con el paso de los años y el reconocimiento de los derechos humanos la práctica de la lapidación entró en desuso, pero actualmente, en algunos países de corte fundamentalista islámico regidos por la Sharia como en África, Asia y Oriente Medio se sigue practicando como condena de muerte para las mujeres que han cometido adulterio. La lapidación está específicamente concebida para aumentar el sufrimiento de la víctima, ya que para llevarla a cabo se escogen piedras lo suficientemente grandes como para causar dolor, pero no tanto como para matar a la víctima en ese instante. Cuanto más lento y doloroso haya sido el proceso de su muerte, mayor justicia se habrá hecho. La Sharia, llamada en los medios occidentales como ley musulmana, es el cuerpo del Derecho Islámico. Constituye un código detallado de conducta, en el que se incluyen también las normas relativas a los modos del culto, los criterios de la moral y de la vida, las cosas permitidas o prohibidas, las reglas separadoras entre el bien y el mal. Un código religioso para vivir y una cuestión de conciencia personal a la que todos los musulmanes se acogen como ley vital.
El caso de la Sharia no es equiparable a ningún otro cuerpo de derecho, en él se diferencia la aplicación de las leyes según el género, atendiendo a una grave discriminación del sexo femenino. De esta forma la lapidación en caso de adulterio sólo se aplica a las mujeres, mientras  la poligamia masculina (poliginia) permite que el hombre tenga cuatro esposas y todas las concubinas deseadas. Sólo la Sharia es capaz de imcunplir uno de los principales derechos de la humanidad, el derecho a la igualdad, regido en el Sistema de los Derechos Internacionales. La clave para que esta práctica rudimentaria y primitiva aparezca en la historia como una actividad arcaica está en manos de la comunidad internacional, únicamente ella tiene la potestad de juzgar como barbarie lo que está pasando a las espaldas de los países occidentales.



lunes, 8 de noviembre de 2010

La condena de ser mujer


No hay mayor condena que nacer condenada a la miseria. En la India el sistema social todavía se rige por las castas, donde está totalmente prohibido el movimiento y donde tu sitio en la sociedad y las relaciones que lleves a cabo dependerán únicamente de  la casta en la que hayas nacido, cuya pertenencia heredas de tus progenitores. Aunque este sistema  fue abolido en la constitución de 1950, lleva vigente desde hace 2500 años. Un sistema social ligado al hinduismo, que la población mantiene innato a través de sus generaciones, llevándolo a la práctica tal y como lo dictamina el Corán y las leyes de manu, según las cuales nadie puede aspirar a pasar de una casta a otra, sólo puede hacerse mediante la reencarnación. El sistema está compuesto por cuatro grandes castas:
-       Brahamanes: sacerdotes, maestros y académicos, la casta más alta.
-       Chatrías: clase político-militar
-       Vaishias: comerciantes, artesanos y agroganaderos
-       Shudrás: siervos y obreros
Al margen de estas cuatro castas se encuentran los “intocables” o dalits, son el escalón más bajo de la sociedad, están tradicionalmente relegados a realizar los trabajos de más ínfima importancia e incluso se les prohíbe beber de las mismas fuentes de agua que las demás castas. Sólo puedes correr  una suerte peor que nacer intocable y es la condena de nacer mujer, pues en la mayoría de los casos no te dan ni la oportunidad de llegar al mundo.
 Según datos aportados por UNICEF el 60% de las niñas muere en el vientre materno, por aborto o tras nacer, envenenadas con la savia de las adelfas. Las que logran sobrevivir lo hacen en una sociedad patriarcal donde están sometidas y vejadas por considerarse improductivas. ¿Por qué? porque una hija no podrá cuidar de sus padres cuando envejezcan, porque será la causa del empobrecimiento de la familia al tener que pagar una dote en su boda, porque será considerada un huésped en su propia casa hasta el día en que la abandone para casarse, porque el prestigio de la madre y su posición en la familia sólo se verán consolidados si el que nace es un varón, y porque sólo éste puede realizar los ritos funerarios por sus padres. Si esta niña nace no se hará fiesta para parientes y vecinos, cuando crezca recibirá menos alimentos y cuidados que sus hermanos, gastarán menos en su educación y realizará el trabajo doméstico junto con su madre, esto si corre suerte, ya que en numeroso casos es abandonada y acaba siendo víctima del fantasma de la prostitución ilegal.
Según los últimos datos difundidos por la Oficina Nacional de Registro de Delitos (NCRB), en el país asiático se cometieron en el 2007, 185.312 delitos contra mujeres y 75.930 fueron clasificados como "actos de crueldad de maridos y familiares". Otros casi 50.000 delitos registrados fueron por acoso y agresión sexual. Estas cifras reflejan un incremento del número de delitos del 12,5 por ciento respecto al 2006 y marcan una tendencia continuada en los últimos cinco años.
Sin embargo, en la Comisión Nacional de la Mujer, organismo dependiente del Gobierno indio, consideran que el problema no radica en la normativa sino en la falta de concienciación social. "Las leyes son lo suficientemente efectivas para proteger a las mujeres, es la falta de concienciación la responsable del aumento de los delitos contra la mujer. Necesitamos un cambio mayor en la mentalidad de nuestra sociedad para lidiar con estos temas", dijo la funcionaria de esa comisión Yasmin Abrar, citada por IANS.
La creencia de que la autoridad masculina no puede ser cuestionada y de la superioridad de los maridos sobre sus esposas es un principio arraigado culturalmente, principio que el Corán afirma y dictamina como norma de comportamiento en la sociedad. Por ello no sólo hace falta la idónea aplicación de leyes que impidan el maltrato a las mujeres indias en todos lo ámbitos, sino el cambio de una conciencia y mentalidad intrínseca que ataca y viola los derechos humanos de una forma tajante. Quizás habría que explicarle a esta sociedad que las mujeres también formamos parte de aquello que llamamos la humanidad.
Este documental, del programa de Canal sur “60 minutos” se hace eco de la problemática de la mujer en la india.

viernes, 5 de noviembre de 2010

El Congo, la historia de una riqueza envenenada

Explotados y engatusados en su propia casa, obligados a abandonar la dignidad de defender lo suyo y convertirse en marionetas del gigante capitalista. La mayoría de los nativos de la República Democrática del Congo han tenido que abandonar sus granjas y aldeas para buscar un puñado de dólares en las grandes y oscuras minas del Coltán, mineral estratégico extraído de la Columbita y el Tántalo y utilizado para la construcción de ordenadores, teléfonos celulares y videoconsolas. Arrastrando los pies por la manta de la curda selva a 50 kilómetros de la esplanicie, hacen de intermediarios de las grandes compañías norteamericanas, europeas y de la milicia de algunos gobiernos del país. Una explotación y contrabando ilegal pagado con el esfuerzo y sangre de sus verdaderos dueños. Un reciente informe de Naciones Unidas acusa a 29 compañías de haber saqueado la República Democrática de Congo y a otras 85 de haber violado las normas de comportamiento empresarial establecidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo. Buena parte de todas esas empresas son de países del Norte.
Desde 1960, año en que el Congo consiguió la independencia, las grandes corporaciones mineras multinacionales han intervenido en este codiciado territorio queriendo sacar beneficio de sus prósperos yacimientos de oro y minas de columbita y Tántalo, así como lograr su control total. También por ello y declarada a los cuatro vientos como “motivación oculta”, el Congo ha sido sacudido desde finales de los 90 hasta 2005 por una guerra con sus vecinos Uganda y Ruanda, en la que han sido implicados sus aliados Zimbaue, Angola y Sudán y en la que han participado 3 organizaciones guerrilleras. Una guerra, cuya final todavía es incierto.
Algunas de las escuadras del más voraz capitalismo neocolonialismo del Congo son las grandes compañías Ahmad Diamonf, As Diam, Sierra Grem Diamonds, Triple A Diamonds, Consolidated Eurocan Ventures, Lundin Group, Barrick Gold Corporation, Anglo American Company, American Diamond Buyers, Bayer  y  Barclays Bank, entre otras. Mención especial merece American Mineral Fields Inc (AMFI) una compañía estadounidense creada en 1995, forjada, según la revista Mundo Negro, “como instrumento para ejecutar en África la voluntad de dominación económica de los financieros occidentales”. Para esta revista africana, AMFI pretende desmembrar el Congo en micro-estados antagonistas, que dependan de las corporaciones mineras transnacionales. Un plan que ya intentaron en los sesenta con las rebeliones de las ricas provincias de Katanga y Kasai que determinaron los acontecimientos del país durante cuarenta años.
Abundando en el saqueo de las multinacionales extranjeras en el Congo, un informe del IPIS (Servicio de Información para la Paz Internacional)  ha denunciado a varias compañías europeas por el comercio ilegal del coltán, que utilizan a hombres de paja congoleños, ruandeses y ugandeses para facilitar aún más el saqueo con gente que conoce las minas. Unas minas construidas sin previo estudio ingeniero y que se han cobrado la vida de muchos  africanos, incluso de menores que trabajan por cantidades insignificantes de dinero comparándolo con el valor del mineral extraído. Una muestra de los beneficios obtenidos con ese saqueo y contrabando es que en Kiwu (bajo el control del invasor ejército de Ruanda) un kilo de coltan se pagaba a 5 dólares, pero luego ese kilo se cotizaba en Londres a 400. Para que esto fuera posible, las compañías extranjeras han contado con la complicidad de los dirigentes de la región, marionetas de intereses multinacionales a cambio de suculentas recompensas. El informe no formula acusaciones concretas, pero es fácil deducir de su texto que los presidentes de Congo, Zimbabue, Ruanda y Uganda delinquieron. Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, desvió entre 4.000 y 6.000 millones de dólares de las minas de cobre y diamantes que obtuvo como pago a su alianza militar con Kabila. Loweri, presidente de Uganda, ocupó los yacimientos de oro de Bunia y de coltan del noroeste congoleño, que empezó a saquear sistemáticamente.
En la actualidad, según Carina Tertsakian, de la ONG Global Witness, especializada en denunciar la explotación de los recursos minerales en Congo, los precios del coltán han disminuido en el mercado internacional y afirma que “Hoy es la casiterita la que está dando los mayores casos de explotación infantil y trabajos forzados". Este mineral, del que se extrae el estaño, componente esencial de múltiples aleaciones, predomina en la parte este de Congo, la más sacudida por la intervención extranjera y las luchas fratricidas en el país.
El Estado no protege
Tras el final de la Guerra y con el apoyo de la comunidad internacional, el Congo pudo celebrar elecciones presidenciales en el 2006, abriéndose un periodo de esperanza que hoy a defraudado a todo el mundo. Un ejemplo lo encontramos en la capital de kivu Norte, en Goma, cuya ciudad ha sido tomada por el ejército y los cascos azules de la ONU. Los soldados han incurrido en numerosas violaciones de los derechos humanos contra la población a la que deben proteger, como el trabajo forzado de los menores en las minas, las muertes de numerosos civiles y las violaciones de sus mujeres en el poblado. Los soldados llevaban meses sin cobrar el salario, perdido en la maraña de la corrupción de los oficiales.
 Congo se encamina hacia otra generación perdida, la séptima u octava consecutiva desde la llegada del poder colonial. Los datos de Unicef hablan de un sistema sanitario público apenas existente, de casi la mitad de los niños sin escolarizar, de un 31% de menores de cinco años con malnutrición y de una mortalidad infantil antes del primer año que alcanza a uno de cada doce menores bebés. Un informe de Médicos Sin Fronteras alerta de que, en las zonas en conflicto, cada año muere uno de cada ocho menores de cinco años. Unas cifras que no mejoran desde hace dos décadas. Mientras, los niños siguen trabajando en las minas y el futuro de este territorio tan rico en su naturaleza, se desvanece de su lado más humano y civilizado.