viernes, 15 de octubre de 2010

UNICEF denuncia que 130 millones de niñas y mujeres han sido mutiladas genitalmente

La ablación es una práctica muy arraigada en los países del tercer mundo, sobretodo en África y Yemen, donde se calcula que setenta millones de niñas y mujeres han sido sometidas en la actualidad a esta mutilación genital, según datos de un informe presentado por UNICEF.
En estas culturas la extirpación o corte de los genitales externos de las mujeres es una práctica corriente y forma parte del ritual de iniciación de las niñas en la edad adulta. Se practica antes de que la menor tenga la primera menstruación, entre los 10 y 15 años, aunque en algunas tribus se realizan al poco tiempo de nacer. Se considera que sólo una mujer puede casarse si ha sido previamente circuncidada, ya que de esta forma se habrá mantenido virgen hasta el matrimonio, se habrá eliminado su apetito y deseo sexual, y se habrá convertido en una mujer limpia y casta, preparada para ser deseada por un hombre.
La circuncisión no sólo significa ser aceptada por la figura del hombre, sino que sólo después de este ritual se pertenece a la comunidad de las mujeres adultas. Por ello, no es una práctica que sólo se pueda relacionar con la atrocidad de unos cuantos salvajes, ya que es practicada y asumida por culturas y sociedades enteras. Está tan arraigada a las tradiciones de África y Oriente, y la presión social es tan fuerte, que incluso las propias niñas desean someterse a la ablación, como consecuencia de la influencia de sus iguales y por el miedo a la estigmatización y el rechazo por parte de sus propias comunidades si no siguen la tradición.  Para las madres es igualmente difícil librarse de la coacción que ejerce la sociedad en la que viven y el no permitir que sus hijas sean mutiladas les puede costar mucho.
 Al igual que existen distintos tipos de celebración del ritual de inicio, existen formalmente tres tipos de mutilación de los genitales externos o ablación: la primera de ellas consiste en la amputación de una parte o la totalidad del clítoris, la segunda en la mutilación total de este órgano y de los labios menores,  y la última y más agresiva la infibulación, consistente en la extirpación del clítoris y labios mayores y menores. Después del acto, hacen un cosido de ambos lados de la vulva hasta que queda prácticamente cerrada, dejando únicamente una abertura para la sangre menstrual y la orina.

Graves consecuencias
Informes del Centro de Investigaciones Innocenti de UNICEF, detallan que la ablación es una agresión que tiene graves consecuencias físicas y psicológicas, y forma parte de los mecanismos de opresión a las mujeres, pues está ligada a controlar su sexualidad.
Algunas de sus terribles consecuencias son: pérdida del deseo y del placer sexual, no sólo por cuestiones fisiológicas, sino porque precisamente su objetivo es hacer mujeres sin sexualidad propia; infecciones pélvicas con esterilidad, ya que entre 15 y 20 por ciento de las mujeres circundadas no pueden tener hijos; dificultad en los partos y nacimiento de niños deformes.
Marta Santos País, Directora del Centro de Investigaciones Innocenti de UNICEF, comentó que la ablación causa daños irreparables. Puede acarrear la muerte de la niña por colapso hemorrágico, así como infecciones agudas y septicemia. Muchas niñas entran en un estado de colapso inducido por el intenso dolor, el trauma psicológico y el agotamiento a causa de los gritos.
Las investigaciones revelan que si las comunidades afectadas decidieran abandonarla, la MGF podría eliminarse muy rápidamente, y esque, según la embajadora de la ONU contra la ablación, Waris Dirie, la indiferencia mutila, por ello debemos actuar.



Práctica ilimitada
La mutilación genital femenina, en cualquiera de sus modalidades se encuentra penada por la ley en los principales países de dicho continente con algunas excepciones como Italia o Irlanda. No obstante, aunque existen en algunos países europeos con normativas legales de control sobre el permiso de salida para las niñas en situación de riesgo por este tipo de costumbres, hay denuncias de que medio millón de mujeres y niñas han sufrido la MGF en Europa en los últimos tiempos, incluso en centros sanitarios bajo cuerda.
La embajadora de la Organización de las Naciones Unidas contra la ablación, la ex modelo somalí Waris Dirie, quien sufrió infibulación a los 5 años, ha conseguido que ésta práctica sea ilegal en algunos países africanos, aunque se siga practicando de hecho. Unicef, en el mismo informe, afirma que ésta práctica se puede eliminar en una generación si hay un esfuerzo cultural.
 Ha despertado gran interés y sorpresa el hecho de que en fechas recientes, se encontraron claras evidencias de que la práctica de la ablación se ha difundido a tribus indígenas de la etnia embera-chamí que habitan en el suroccidente de Colombia. El hecho quedó en evidencia por las denuncias de autoridades a cargo de la defensa de los derechos humanos y la muerte de niñas indígenas por infecciones producto de operaciones quirúrgicas llevadas a cabo en precarias condición de asepsia.
Las autoridades indígenas, agremiadas en la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, han pedido que no se adelanten juicios sin conocer las realidades de las costumbres locales y alegan el derecho de los pueblos indígenas a su autodeterminación. El asunto es objeto de un profundo debate, pues quienes abogan por la defensa de los derechos de la mujer, que consideran violados con la mutilación, insisten que tal autodeterminación no puede estar por encima de lo dispuesto en la Constitución Nacional de Colombia, norma que prima sobre cualquier otra en el ámbito nacional y en ella se prohíbe claramente este tipo de prácticas.
UNICEF se expresa ante esto con su informe de Protección infantil contra el abuso y la violencia y afirma que no se puede justificar con excusas culturales esta violación fundamental de los derechos de las niñas. "Es una práctica discriminatoria que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante; el derecho a la  protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción". "Estos derechos están protegidos por el Derecho internacional".