sábado, 30 de octubre de 2010

Jugando a matar


                                                           

Cambian el balón por un revolver del 28, los juegos de mesa por jugarse cada día la vida y robar la de otros fríamente, la infancia por una muerte prematura. En muchos lugares dominados y organizados por los cárteles del narcotráfico, como en Colombia y México, los niños son los peor parados, no sólo porque forman parte de las muertes civiles sino porque son el blanco perfecto para que los más altos sicarios den el relevo a una nueva generación, encargada  de seguir manteniendo la guerrilla.
La mayoría de estos jóvenes sicarios son niños entre 14 y 18 años procedentes de familias desestructuradas. El miedo a no tener nada en el futuro y a la indiferencia del resto de la sociedad,  los llevan a buscar en las bandas criminales y organizadas la oportunidad de ser reconocidos, la protección ante los de arriba y un sustento para ganarse la vida de forma fácil. Estos niños, todavía sin la capacidad de reconocer entre el bien y el mal, son engatusados y entrenados para matar a sueldo, sin imaginarse que en muchos casos antes de los 18 años firmarán su sentencia de muerte, el final de un camino lleno de lujos pero manchado de sangre. Quizás sean el fruto de una sociedad cuyos valores están vacíos de ética y en la que esta opción es la única que garantiza la supervivencia.
En México, según revelan los informes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) la  guerra al narcotráfico que empezó a llevar a cabo su presidente Felipe Calderón hace dos años ya se ha cobrado la vida de 700 niños. De ese total 450 perecieron por ser reclutados por el crimen organizado, a consecuencia de enfrentamientos entre cárteles rivales y/o confrontaciones de las bandas con las fuerzas del estado. Además, según estos informes 110 niños, algunos de meses, cayeron víctimas del fuego cruzado entre grupos rivales o entre sicarios y fuerzas de seguridad del estado y 73 fueron ejecutados en el momento en que integrantes del crimen organizado asesinaban a sus familiares. En Colombia los cárteles de la droga  han reclutado entre 8.000 y 11.000 menores de edad, la edad media de estos niños es de 13 años y en el caso de las niñas, muchas de ellas son obligadas por los integrantes de la banda a prestar servicios sexuales. La ciudad colombiana de Pereira es la ciudad con el índice más alto  de niños al servicio de bandas del crimen organizado.
En el siguiente documental el reportero David Beriain se introduce en los humildes barrios de Pereira, donde conocemos a niños que por apenas 50 euros son contratados para matar.


                                                          

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